24 de junio de 2009

Aunque no lo veas

Leones, tigres, monos y osos, junto con otros animales que son utilizados en los espectáculos de los circos, son forzados a vivir en cautiverio, encerrados en jaulas, padeciendo constante aislamiento y alejados de su ámbito natural. Se los utiliza contra su voluntad, obligándolos a realizar actos extraños a su naturaleza. Detengámonos a pensarlo un segundo, ¿acaso los tigres saltan a través de aros o los monos bailan disfrazados en la selva? La realidad es que los explotamos con el único fin de entretenernos.
Al querer obtener una risa de ellos los condenamos a una vida amarga, de estrés y cansancio, sin poder convivir con sus semejantes ni disfrutar de su libertad. Hacemos de animales majestuosos objetos para nuestra diversión, simples títeres a nuestro servicio.
Al llevar a los niños a estos actos les mostramos una visión distorsionada de la vida salvaje, de la cual solo pueden aprender a no respetar los intereses básicos de los animales que ante sus ojos son obligados a realizar trucos ridículos.
Existen muchos circos progresistas que optaron por realizar sus actos en base a la destreza de los seres humanos y es importante destacar que el CIRCO AUSTRALIANO no es uno de ellos.
Que los animales no se hayan traído a Rosario, debido a una ordenanza que lo prohíbe, no implica que el circo haya dejado de explotarlos. El hecho de que los animales estén en cautiverio en otra ciudad y no frente a nuestros ojos, no deja de hacer de ésto una injusticia.
Los animales nacieron para ser libres, no dejemos que nuestra alegría provenga de su sufrimiento y evitemos colaborar con circos con animales.



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